El Sketchbook, o cuaderno de bocetos, es un bloc que lleva el artista o aficionado cuando sale del estudio. Tiene alguna característica básica. Aunque los hay de muchos modelos y calidades, lo idóneo es que tenga tapa dura.
Cuando estamos en la calle o en medio de la naturaleza no hay
mesa. Debemos poder apoyar sin que se nos arrugue el papel. Por otro lado, dependiendo
si vamos a dibujar o a pintar con acuarela, necesitaremos un tipo de papel de
mayor o menor gramaje. Si vamos a hacer apuntes, elegiremos un papel de grano
más fino y menor gramaje, pero en cuanto entra en juego el agua, hay que ir subiendo
el gramaje y la calidad. El papel deberá tener mayor consistencia. Si es posible libre de ácidos para que resista mejor el paso del tiempo, que es lo que yo quiero.
Sketchbook - Madrid - Malasaña Macarena Márquez Jurado www.macuarela.com |
Hay veces en que pintamos sentados sobre una piedra, en la arena de la playa o la tumbona, sobre una silla plegable, en un poyete o banco. Nuestra mesa normalmente son nuestras piernas, por eso la tapa dura del cuaderno es fundamental. También es posible que queramos pintar desde arriba, o que no nos podamos sentar. Entonces nos pondremos de pie, cogeremos el cuaderno con una mano, a modo de atrio, y pintaremos o dibujaremos con la que queda libre.
Hay sketchbook con forma panorámica, horizontal, que son los que mejor
se adaptan para ciertos paisajes de campo o marítimos, aunque en ocasiones,
como la que ilustra este artículo, me gustan los tamaños algo más cuadrados, de
modo que quede papel suficiente para poder escribir.
El sketchbook no sirve sólo para plasmar espacios, imágenes o el
mundo que nos rodea, para el artista todo es motivo de creación. Hay artistas
plásticos, o aficionados, a los que no sólo nos gusta la imagen, sino también
la palabra. Para ello, la elección de nuestro cuaderno de bocetos será
fundamental. Soy escritora.
En los ratos de tranquilidad, en vacaciones o cuando salimos
intencionadamente a pintar al exterior, muchas veces nos sobrevienen ideas.
Puede ser una frase sin mucho sentido, una reflexión, la descripción personal
de una imagen. Todo quedará reflejado en nuestro diario plástico.
Sketchbook - Madrid - Malasaña Macarena Márquez Jurado Texto. Pag. Izquierda |
Iba de paseo por Malasaña, bajaba por la calle Espíritu Santo, al
llegar a la de Santa Lucía me encontré con este esquinazo. Ahí paré. Se acababa
de disparar la creatividad. Era un edificio azul sobre un cielo azul de los
intensos. Abajo estaba anocheciendo. Arriba aún era de día. Un verdadero lío de
luces y de azules.
No había banco. No había silla. Así que esbocé de pie, abriendo las líneas hacia arriba, exagerando la inclinación para reflejar mi situación de calle. Tuve que hacer un esfuerzo para comprender qué era más azul, el cielo, el edificio, o la atmósfera de la calle, a donde la luz ya casi no llegaba. Eso de que abajo sea casi de noche y arriba aún de día es algo que me encanta y que se da en las ciudades.
Fijé la luz y los colores in situ, con pinceles de agua que llevo cargados, y escribí con un rotulador metálico.
Pincel con cargador Rotulador Metálico Staedtler www.macuarela.com |
Fijé la luz y los colores, ese momento. Rematé líneas ya en casa. Me quedé sin luz. Ni abajo, ni arriba.
Sketchbook - Madrid - Malasaña Macarena Márquez Jurado Página derecha |
Pero la luz se ha quedado en el cuaderno. Se trata de otra luz y otros
colores que los que aporta una o un millón de esas fotografías de las que
llenan de bytes nuestros teléfonos. La fotografía es un arte que también me
encanta y que me ayuda a la hora de enfocar o de llevarme paisajes cuando no
voy con cuaderno. Esto es otra cosa.
Sketchbook - Madrid - Malasaña Macarena Márquez Jurado Detalle |
Sinceramente, si solo hubiera disparado veinte fotos, que es lo
que solemos hacer, esas fotos hubieran caído en el olvido porque casi todas las
esquinas de mi ciudad, Madrid, tienen vida, arte, más vida, energía. No pararía
de fotografiarla. Pero eso no es lo que quiero. Sobran fotografías rápidas. Y
faltan instantes o luces detenidas.
Hablamos de slow life, slow travel o slow
cooking. Empecemos a hablar de slow art.
Esta esquina en concreto no se me va a olvidar nunca, porque,
además, no quiero hacerlo. No sé de quien será este cuaderno cuando ya no esté
en el planeta. Quien quiera que sea, no tendría la foto, y tampoco ese punto de
vista parado en el tiempo en el que algún día yo estuve. Espero despertar la curiosidad
de esa persona que lo herede y que se dé el paseo por Malasaña en busca de la
casa. A lo mejor pintan las fachadas de otro color. También espero que no lo hagan, porque es preciosa así, y supone un alegre reto contra los azules de los
cielos madrileños, esos de los que nunca quiero alejarme y a los que siempre
echo de menos cuando no estoy.
El sketchbook es cuadrado, de 19 x 19 cms. y gran calidad: 300 g/m2, 100% algodón, libre de ácidos. Está encuadernado con las tapas de piel sintética, es de la marca Viviva. Y en honor a la marca, espero que viva. Ahí quedará.
Así quedó al completo:
Sketchbook - Madrid - Malasaña Macarena Márquez Jurado www.macuarela.com |
En otro artículo hablaré de otros cuadernos de bocetos, de otros
bocetos que nada tienen que ver con los paisajes, otras experiencias.
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